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Perfil | Santos Cerdán, el hombre en la sombra que no pestañeó para cumplir las órdenes de Sánchez

El ex número tres del PSOE, de la mano de Ábalos, fue clave en la moción de censura, el acuerdo con Puigdemont y la intervención de las federaciones críticas

Santos Cerdán, este jueves en el Congreso.Foto: Claudio Alvarez | Vídeo: EPV
José Marcos

El regreso triunfal de Pedro Sánchez como secretario general del PSOE en 2017 a Ferraz a lomos de la militancia no se entendería sin José Luis Ábalos ni Santos Cerdán. Por eso el golpe propinado por la investigación de la Unidad Central Operativa (UCO), la unidad anticorrupción de la Guardia Civil, es tan colosal. Golpea de lleno en el corazón y el motor de un partido sacudido por una crisis durísima. La implicación de dos secretarios de Organización consecutivos en una trama de corrupción revienta el relato de la persecución promovida por la derecha política y judicial y mancha todo el segundo mandato de Sánchez en Ferraz, desde donde dio el salto a la presidencia del Gobierno vía moción de censura contra el PP tras la sentencia de Gürtel. “Ábalos y Cerdán eran lo mismo y no podían estar más dentro. Es difícil levantarse de algo así”, resumen en La Moncloa. El escándalo ha obligado a Sánchez a ordenar una auditoría externa de las cuentas del partido.

El desengaño del PSOE con Cerdán (Pamplona, 56 años) es proporcional a la sorpresa de las mordidas que habría descubierto la UCO. “No le pega nada”, balbucea un miembro de la dirección del partido. “Ábalos era de otra forma, se llegaba a quejar de que firmaba nombramientos de gente que cobraba tres veces más que él cuando estaba en el ministerio y protestaba por la parte del sueldo que destinaba al partido, pero lo de Santos... Esto nadie lo vio venir”, recuerda un antiguo miembro de su equipo. El que menos, Pedro Sánchez, que reforzó a Cerdán, revalidándole de nuevo al frente de Organización en el 41º Congreso Federal de finales del año pasado en Sevilla cuando ya había rumores sobre sus conexiones presuntamente ilícitas con Ábalos y García. Hasta la mañana de jueves, el líder del PSOE estuvo convencido de su integridad, según reconoció en su primera rueda de prensa en Ferraz desde 2018.

Cerdán ha renunciado a todos los cargos en el partido y en el Congreso después de que Sánchez le enviara en febrero de 2024, nada más estallar el caso Koldo, para pedirle el acta de diputado a Ábalos, que en ese momento todavía no salía en las investigaciones de la Guardia Civil. El dirigente navarro había sido su segundo en el área de Organización entre junio de 2017 y julio de 2021, pero la negociación se fue al traste: Ábalos no aceptó la exigencia de tener que renunciar al escaño de cuando Sánchez le alejó del Ejecutivo y del PSOE.

Durante el periodo en el que ejercía en la sede socialista mientras Ábalos era ministro, Cerdán ha desempeñado con discreción la tarea en el partido. Nada dado a los focos y anónimo para el gran público, llamó la atención de Sánchez resolviendo en la sombra la elaboración de las listas electorales, imponiendo los candidatos de Ferraz en varias provincias de Andalucía y Aragón en un pulso que perdieron Susana Díaz y Javier Lambán, para las elecciones generales de abril de 2019. “Es quien lleva el día a día [en Ferraz], es el ejecutor”, le reconocía su jefe, José Luis Ábalos.

Santos Cerdán y José Luis Ábalos, durante la reunión de la Comisión Permanente de la Ejecutiva Federal del PSOE en Madrid, el 10 de febrero de 2020.

Técnico de mantenimiento e industrial en diversas empresas del sector agroalimentario, Cerdán se afilió al PSOE en 1999. Roberto Jiménez le nombró secretario de Organización del partido en Navarra en 2012, cargo que mantuvo con la siguiente secretaria general María Chivite, desde el inicio de su mandato a finales de 2014 ―en esa ocasión Sánchez era el candidato del aparato― hasta el salto a Ferraz tras las primarias de 2017. En ellas fue el encargado de presentar los 57.369 avales de la candidatura de Sánchez, tan solo 6.000 menos que los recopilados por Susana Díaz (63.610). Una diferencia que Cerdán vivió como una victoria adelantada del líder socialista. Un año después, estuvo en las conversaciones con los grupos parlamentarios para la moción de censura del 1 de junio de 2018, con especial interlocución con el PNV.

Hablar de Cerdán es hablar de Navarra, donde dio la batalla y venció la resistencia de Sánchez para que María Chivite fuera presidenta foral en 2019 rompiendo el tabú de los votos de Bildu. Y, por extensión, es hablar de Koldo García, a quien incorporó al equipo de las primarias de Sánchez en 2017 y que, según la UCO, se lucró con mordidas a cambio de su involucración en la adjudicación de contratos de obras públicas. La “decepción” que siente Sánchez es la tónica, junto al “estupor”, que recorre al PSOE, que sigue sin sobreponerse a los que la veintena de cuadros consultados definen de forma somera como un “shock”. La incredulidad es aún mayor en Ferraz, donde la impresión extendida era que, tras el cese de Ábalos, Cerdán había cortado la relación o al menos la había reducido a una cuestión protocolaria.

La imagen que Cerdán se ganó, especialmente en marzo de 2023, no puede ser más distinta a la actual. En ocho horas convenció a Juan Bernardo Fuentes Curbelo, más conocido como Tito Berni, para que firmase su renuncia al acta. Cerdán cortó de raíz un frente inesperado con la implicación del diputado canario en la trama corrupta del caso Mediador. “Si no hay nada, yo te defenderé para que te presentes otra vez, pero ahora tienes que entregar el acta. Es más, no vas a salir de aquí si no firmas el acta”, le terminó convenciendo. Unas palabras que hoy, vistas en retrospectiva, un líder territorial tilda de “puro cinismo”.

Los elogios dieron paso al desgaste. Cerdán cumplió con una orden especialmente sensible: era la única persona de confianza de Sánchez sin cargo en el Gobierno y el presidente le escogió para ser el enlace con Carles Puigdemont, sin cuyo apoyo no habría sido posible la investidura y que tiene paralizada la legislatura. Cerdán recibió el 24 de julio, al día siguiente de los comicios del 23-J, el encargo más difícil de su carrera política, la encomienda de recomponer los puentes rotos con Junts. El encuentro entre el líder de los neoconvergentes y el número tres del PSOE en Bruselas, bajo una foto del 1 de octubre, fue un punto de no retorno hacia el pacto. Y fue una imagen con un coste político que empezó a achicharrar a Cerdán, al menos de cara al público.

Santos Cerdán, Carles Puigdemont y Jordi Turull, durante una reunión en la sede del Parlamento Europeo en Bruselas en 2023.

Dentro del partido también le surgieron incendios que no supo o no quiso resolver. En privado, cada vez más cuadros orgánicos se quejaban de que no era accesible. En el Congreso le rodeaba la misma cohorte de diputados, lo que ha generado incomodidad en el grupo. Luis Tudanca, secretario general de Castilla y León hasta enero, cuando decidió no presentarse a la reelección, acusa al “entorno” del secretario de Organización de “desestabilizar” a su federación mientras recordaba en una entrevista con EL PAÍS su apoyo a Pedro Sánchez “cuando casi nadie creía en él”. “A veces, todo es exactamente lo que parece. Y no hay más que una solución. Primero el país, luego el partido y, por último, uno mismo. El PSOE se merece el máximo respeto y la máxima decencia por todos los que están trabajando por el bien común y el servicio público”, resumió Tudanca en redes sociales. La relación de Cerdán con el gran barón crítico, Emiliano García-Page, es directamente inexistente. El puente con Ferraz es Sergio Gutiérrez, diputado nacional y secretario de Organización en Castilla-La Mancha. En la elaboración de las listas en junio de 2023, cuando parecía que el PSOE estaba abocado a perder el Gobierno, Ferraz tuvo que rectificar a su intento de relevar a la mano derecha de García-Page y le volvió a colocar como cabeza de lista por Toledo.

Al runrún cada vez mayor que rodeaba a Cerdán, con todo un repertorio de informaciones a los que el PSOE restó credibilidad, hay que añadir la gestión de la penúltima crisis del PSOE: la irrupción hasta el estrellato mediático de Leire Díez, que ofrecía tratos de favor incluso de la Fiscalía a cambio de trapos sucios de los investigadores de la UCO, entre ellos el comandante Antonio Balas, que el martes asistió al registro de una empresa de un amigo de Cerdán en Pamplona. Díez exigió comunicarle en persona su baja voluntaria como afiliada del PSOE y Cerdán aceptó recibirla y cumplir su último deseo con carnet socialista. Fue una decisión que generó muchas suspicacias. Nadie en el PSOE lo entendió.

La firmeza con que Cerdán mantiene su inocencia, pese a los datos aportados por la UCO, que se jugaba su credibilidad en lo que el PSOE consideraba hasta ahora “una cacería mayor”, es el último gesto que ha descolocado a los socialistas, que lo vieron sentado en el escaño durante el pleno del jueves como si desconociera el contenido de las investigaciones. Su final recuerda en parte al de Ábalos. “No acabaré mi carrera como corrupto cuando soy inocente”, justificó cuando anunció que no renunciaba al escaño que le exigió Cerdán y se iba al Grupo Mixto. El alivio generalizado es que el último número tres del PSOE ha renunciado a todos los cargos orgánicos y al acta de diputado. En plata: a Cerdán ya no se le verá por el Congreso. “Resulta que teníamos dos zorros en el gallinero. No termino de creérmelo”, concluye pesaroso un líder autonómico.

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Sobre la firma

José Marcos
Redactor de Nacional desde 2015, especializado en PSOE y Gobierno. Previamente informó del Gobierno regional y casos de corrupción en Madrid, tras ocho años en Deportes. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster de Periodismo de EL PAÍS. Trabajó en Starmedia, Onda Imefe y el semanario La Clave.
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