Los médicos van hoy a la huelga para pedir que se limite su jornada laboral y haya menos guardias
Las comunidades aseguran una cobertura mínima similar a la de los días festivos y se garantizan todos los procesos urgentes


Los médicos de toda España están llamados este viernes a una huelga contra las condiciones laborales que propone el Ministerio de Sanidad en el borrador del nuevo Estatuto marco de los sanitarios. Convocados por la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM, el mayor representante) y el Sindicato Médico Andaluz (SMA), el seguimiento y la incidencia son inciertos. En cualquier caso, todas las comunidades autónomas han impuesto, al menos, servicios mínimos que garantizan una cobertura similar a los festivos, que garantizan la atención a los procesos más urgentes.
Para garantizar la asistencia a patologías críticas, en general, se mantienen intactos servicios como los de diálisis, urgencias, reanimación, cuidados críticos, quirófanos, hospital de día, oncología, unidades de cuidados paliativos, farmacia, diagnóstico por imagen, extracción y trasplante de órganos, radioterapia. Esto no es exactamente igual en todas las comunidades, de las que dependen los servicios mínimos.
En los centros de salud normalmente se ajusta una atención mínima en función de la población a la que atiendan o del tamaño del ambulatorio, aunque también cambia en función de la autonomía. El CESM tacha de “abusivos” los servicios mínimos de La Rioja y los de Atención Primaria en Murcia.
La afección para los pacientes es incierta. Los médicos no tienen que comunicar a sus superiores si la secundarán o no, así que quienes tienen citas para este viernes pueden encontrarse desde una atención completamente normal hasta la cancelación de la consulta, pasando por retrasos a la hora de ser recibidos. Puede variar no solo entre distintas regiones, sino que el panorama puede ser muy distinto en centros de salud u hospitales de una misma ciudad. Los sindicatos han pedido a los colegas que no hagan el paro que no asuman trabajo de sus compañeros.
Existen varios puntos de fricción entre el ministerio y los convocantes. Piden, entre otras cosas, un estatuto marco propio para los médicos, rebajar las horas semanales de trabajo máximo, voluntariedad y mejores condiciones en las guardias, mejorar la categoría profesional de los facultativos para diferenciarlos de otras profesiones sanitarias ―que consideran que tienen menos responsabilidad y formación― y mantener la posibilidad de que los jefes de servicio puedan compatibilizar su trabajo en la pública y la privada, al contrario de lo que propone Sanidad.
El ministerio, de entrada, rechaza de plano crear un estatuto marco propio para los médicos. Como dijo su titular, Mónica García, en una entrevista con este periódico, “la posibilidad de un estatuto propio no la ve nadie”. “El estatuto marco de todo el Sistema Nacional de Salud no puede fragmentarse. Necesitamos cohesión, trabajo en equipo, derechos y deberes que son comunes”, añadió.
Sanidad defiende que el nuevo estatuto marco moderniza una norma de 2003, unificando la clasificación profesional según el Marco Español de Cualificaciones (MECU) y garantizando convocatorias periódicas de empleo para atajar la temporalidad; al mismo tiempo, limita la jornada laboral a 45 horas semanales y regula descansos y guardias, incorporando derechos como la desconexión digital y la protección frente a agresiones. Sin embargo, el comité de huelga denuncia que esta “homogeneización” equivale a una nivelación a la baja de la especialización médica y que la letra pequeña permite prolongar la dedicación real más allá de lo establecido, sin una retribución ni compensación justa por guardias o excesos.
Uno de los puntos clave es la jornada: mientras el borrador ministerial simplifica los turnos a “ordinario” y “guardia” con un máximo de 17 horas seguidas (ahora son 24) y 45 horas semanales, los médicos sostienen que, en la práctica, estas guardias pueden encadenarse sin descansos efectivos, superando las 60–70 horas reales, pese a que el borrador exige informes de salud laboral para cualquier ampliación y fija descansos mínimos diarios y semanales, confiando en la inspección y la negociación colectiva para vigilar su cumplimiento.
Garantías de los derechos más básicos
“No existen en el nuevo texto, como no hay en el actual, verdaderas garantías de los derechos más básicos del facultativo a una jornada estable, a la conciliación familiar, al descanso, al conocimiento con suficiente antelación del cuadrante de trabajo o a las reducciones de jornada. Todos ellos ceden ante las necesidades asistenciales y la capacidad de organización de la dirección”, aseguran los sindicatos, que tienen el respaldo en sus reivindicaciones del Foro de la Profesión Médica, que integran, además de la propia CESM, el Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos, la Federación de Asociaciones Científico Médicas de España, la Conferencia Nacional de Decanos de Facultades de Medicina y el Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina.
Fuentes de Sanidad quitan hierro a la huelga y creen que se basa más en un conflicto generado por los sindicatos convocantes que en un verdadero rechazo de los profesionales en un sector, el médico, que ni es unánime en cuanto a sus peticiones ―hay muchos que, por ejemplo, están a favor de la exclusividad en la pública―, ni suele lograr grandes movilizaciones en sus reivindicaciones laborales. Algunos facultativos consultados por este periódico ni siquiera estaban al tanto de la convocatoria a principios de esta semana.
La huelga, sin embargo, no será el primer bache que tenga que superar el texto del estatuto marco. Una vez finalizadas las negociaciones con los representantes de los trabajadores, llegará en el Congreso de los Diputados, donde una mayoría de la cámara deberá ratificarlo antes de que entre en vigor. Ahí, ya sí, las negociaciones con otros grupos parlamentarios serán indispensables para que salga adelante y no se puede descartar que el texto se quede en un cajón, manteniendo la vigencia del de 2003, lo que impediría, por ejemplo, rebajar las horas de guardia que ya prevé el borrador.
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